Con una mirada casual a su alrededor, Stephanie colocó su teléfono discretamente junto a una maceta en un estante frente a la mesa de Karen. Lo inclinó con cuidado, asegurándose de que la vista captara toda la cabina. Luego, con un ligero toque, inició una transmisión de Facebook Live, con la cámara enfocada y lista.
Al volver a sus tareas, Stephanie sintió una gran expectación. No tenía que decir ni una palabra ni salirse de su personaje. El propio comportamiento de Karen sería su perdición, retransmitido en directo. Los clientes habituales de Stephanie y algunos amigos apreciarían el espectáculo, y ella tenía la sensación de que Karen haría el resto.