El karma de una señora con derechos en un restaurante se sirve en bandeja de plata

En el interior, los comensales intercambiaron miradas, algunos riendo suavemente, unos pocos levantando sus tazas de café en silenciosa solidaridad con Stephanie. Sintió una profunda satisfacción en el pecho, sabiendo que Karen por fin estaba saboreando un trozo de tarta de la humildad. Aún no había terminado su trabajo, pero era un buen comienzo.

A través de la ventanilla, Stephanie vio cómo Karen continuaba con su perorata, y la cara del conductor del autobús era una mezcla de asombro y exasperación. Los gestos de Karen eran salvajes, su rostro enrojecido, su voz audible incluso dentro de la cafetería. Los labios de Stephanie se curvaron en una pequeña sonrisa de satisfacción, sabiendo que el castigo de Karen no había hecho más que empezar.