El karma de una señora con derechos en un restaurante se sirve en bandeja de plata

Los puños de Stephanie se cerraron al ver a la mujer mayor retirarse, claramente picada. La falta de respeto de Karen era exasperante, y su voz seguía resonando mientras reanudaba la conversación. Stephanie respiró hondo, con la mandíbula tensa, y se volvió hacia Greg, el encargado del restaurante, que permanecía vigilante detrás del mostrador.

«Greg -susurró Stephanie-, vamos a hacer una factura detallada para Karen. Stephanie se inclinó hacia Greg y le susurró algo al oído. Greg enarcó una ceja, pero una sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios. Cogió su bloc de notas y asintió con la cabeza.