A ver si te enteras: Ese tiburón no estaba de humor para problemas. Pasó rozando al nadador, dejándolo ileso, y desapareció en el azul profundo. Es como si las poderosas criaturas del océano dijeran: «Podemos compartir este mundo» Una situación cercana se convirtió en una historia salvaje para ese nadador
El dron, una simple cámara voladora, no tenía forma de esquivar o parar. No era rival para la enérgica ave. Un rápido ataque y cayó del cielo: una moderna historia de Ícaro. ¿La moraleja? No te metas con los pequeños guerreros de la Madre Naturaleza. No les gustan los intrusos, metálicos o no.