El misterio crecía a medida que pasaban los minutos, dejando a Peter con una avalancha de preguntas. La idea de que lo que fuera -o quien fuera- que se hubiera estado moviendo en el iceberg pudiera llevar allí varado días, o incluso semanas, era desconcertante. Teniendo en cuenta la deriva gradual del iceberg a través del océano, la idea de supervivencia parecía casi inconcebible.
Peter estaba lleno de preguntas. «¿Cómo sobrevivió aquí?», se preguntaba, imaginando todas las formas en que algo podía resistir en condiciones tan duras. ¿Y por qué en la cima del iceberg? Parecía el lugar más arriesgado en este trozo de hielo que se derretía lentamente. A pesar del evidente peligro, allí estaba, una señal de vida donde menos te lo esperabas, justo en medio del frío cortante.