¡Una mujer de 82 años limpia el taller de su marido y descubre un oscuro secreto familiar que cambiará su vida!

«Cuando salí del sistema de acogida, no tenía nada a mi nombre ni perspectivas. Lo único que tenía era rabia, y no tardé en enredarme con la gente equivocada. En aquel momento, me pareció que la única forma de sobrevivir y de mitigar el dolor era hacer gamberradas y tontear con un grupo de delincuentes» James suspiró pesadamente.

«Al principio, sólo eran pequeños robos y otras cosas de poca monta. Pero con el tiempo, me metí más en líos. La gente con la que me juntaba empezó a cometer delitos mayores y me vi en medio de todo. Nos metimos en peleas e hicimos cosas de las que no me enorgullezco. Estaba enfadado y perdido, y parecía la única forma de sentir algún control sobre mi vida»