Al principio, esta dinámica provocó tensiones. A John no le gustaba sentirse mandoneado, como si fuera un invitado en su propia casa. Chloe actuaba como si la casa fuera sólo suya, cuando en realidad John había invertido la mayor parte de sus ingresos en la casa y Chloe había aportado una parte relativamente menor.
Sin embargo, con el tiempo, John fue aceptando mejor estas normas. Se acostumbró a la rutina doméstica y poco a poco fue aceptando la situación. Después de todo, se consideraba afortunado de tener una esposa tan hermosa con la que volver a casa. La calidez con la que lo recibía Cloe, el ambiente acogedor de su hogar y la visión de su esposa hacían que el breve período de reajuste pareciera menor en comparación. Así que, si esto no podía ser peor, no tenía nada de lo que quejarse, ¿verdad?