Para mitigar el dolor, Jason buscó consuelo en una serie de relaciones ocasionales, ninguna de las cuales le ofrecía un consuelo real. Pasaba de una relación fugaz a otra, evitando la intimidad emocional como si fuera una trampa. Su corazón, aún magullado, retrocedía ante cualquier cosa que se pareciera a un compromiso.
Fue durante una de estas escapadas sin rumbo cuando Jason conoció a Emily en una fiesta del trabajo. Ella era vibrante, animada y estaba completamente libre de las complejidades que habían atormentado el pasado de Jason. Conectaron al instante, compartiendo risas fáciles e historias que fluían sin el peso de la historia.