Incapaz de soportar el peso de sus emociones, Jason salió furioso de la finca, dejando a Valeria en un silencio atónito. El escozor de su traición y sus propias inseguridades lo abrumaban, y cada paso que daba lejos de su casa era una mezcla de ira y humillación.
Horas más tarde, la furia de Jason comenzó a enfriarse, sustituida por la duda. Se quedó despierto, con el recuerdo del rostro afligido de Valeria persiguiéndole. Sus palabras resonaban en su mente, duras e inflexibles. Quizá sólo buscaba un cargador. ¿Había sido demasiado duro, demasiado rápido para juzgarla?