A Kiara se le encogió el corazón al observar el inquietante cambio de comportamiento de Shiro. El doctor Goldberg, normalmente sereno y eficiente, parecía distante y distanciado. Kiara notó una tensión peculiar en su comportamiento, un cambio sutil que aumentó su inquietud.
Los movimientos frenéticos de Shiro se hicieron más intensos, una lucha desesperada contra lo inevitable, y las lágrimas de Kiara nublaron su visión. La serena despedida que había esperado se estaba convirtiendo en una escena angustiosa.