La sensación se hizo más fuerte a cada momento, un susurro inquietante al borde de su conciencia. Kiara había dedicado sus fines de semana de los últimos cinco años al refugio de animales «Hearts & Tails», movida por una profunda pasión por el bienestar animal.
Su vida fuera de su profesión estaba profundamente entrelazada con su compromiso con el refugio. Shiro, al que había criado desde su más tierna infancia, y Luna, a la que había encontrado cerca de los contenedores de basura detrás de su casa, se habían convertido en su familia.