El trayecto hasta la casa del doctor Goldberg fue tenso, y cada kilómetro aumentaba la ansiedad. Aunque Kiara siempre había encontrado al doctor Goldberg un poco peculiar, había confiado en él implícitamente. Ahora, esa confianza le parecía una amarga mentira.
Al llegar a la oscura y vacía casa del Dr. Goldberg, una oleada de temor se apoderó de Kiara. La casa se alzaba ominosa contra el cielo nocturno, y su silencio amplificaba la ansiedad que le corroía el pecho.