La frustración se apoderó de ella al llegar a la última habitación, con la voz entrecortada por el esfuerzo: «¿Dónde estará?», murmuró, con las palabras apenas escapando de sus labios. Becky le puso una mano reconfortante en el hombro, pero Kiara sólo la sintió débilmente a través de la niebla de su pánico.
Era como si le hubieran tirado del suelo. «Se ha llevado a Luna», susurró Kiara, con la voz hueca por la incredulidad. Al darse cuenta, se sintió sacudida por un maremoto que la sumió en una vorágine de confusión y conmoción.