Su último y desesperado acto fue aferrarse a su amiga, un intento inútil pero valiente de protegerla. A Susan se le llenaron los ojos de lágrimas, pero el dolor tenía que esperar. Margo seguía ahí fuera, y Susan estaba decidida a no dejar que se convirtiera en otra víctima.
Su determinación se endureció como el acero mientras llamaba a Ruby, con voz firme a pesar de la agitación que sentía en su interior. Necesitaban un plan, y lo necesitaban rápido. Susan y Ruby intercambiaron una mirada decidida, sabiendo que la clínica era su única pista.