Un millonario deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Su corazón se hunde al día siguiente!

La mente de Peter se agitó, el peso de lo que acababa de presenciar le presionaba. Sus pensamientos se arremolinaban: las súplicas desesperadas de ella, las caras inocentes de los niños, la confianza que él había depositado. «¿Era todo mentira?», murmuró, con las manos agarrando el borde de la cortina.

Peter se quedó helado en el garaje, con la mente a mil por hora. Natalie y los niños habían desaparecido, llevándose el coche. Su corazón se llenó de un profundo sentimiento de traición. «¿Cómo he podido estar tan ciego?», murmuró, mientras las piezas del rompecabezas encajaban demasiado tarde.