Un millonario deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Su corazón se hunde al día siguiente!

Peter se quedó inmóvil, mirando por la ventana mientras Natalie se acercaba a su coche con una bolsa colgada del hombro. Se le oprimió el pecho. «¿Qué está haciendo?», susurró. Antes de que pudiera procesarlo, el motor del coche rugió, sobresaltándolo. No había quedado con nadie, se marchaba.

La noticia le golpeó como un puñetazo. Natalie, la mujer a la que había intentado ayudar, se llevaba su coche. Se quedó helado, mirando cómo el vehículo salía de la entrada, con las luces traseras rojas brillando débilmente antes de desaparecer en la oscuridad. Le recorrió un escalofrío amargo.