Un millonario deja vivir en su garaje a una familia sin techo. ¡Su corazón se hunde al día siguiente!

Mientras Peter hacía las maletas para irse, se le revolvía el estómago. Ensayaba en su cabeza posibles conversaciones, tratando de encontrar el equilibrio adecuado entre amabilidad y firmeza. No quería parecer desagradecido, pero tampoco podía ignorar su creciente malestar.

De camino a casa, Peter no podía deshacerse de la tensión que había ido creciendo a lo largo del día. Sus pensamientos oscilaban entre la preocupación y la culpa, cada uno compitiendo por un espacio en su mente. Cuando llegó a la entrada de su casa, no estaba más cerca de encontrar la solución adecuada.