Jacob se quedó sin aliento mientras miraba fijamente la pantalla del televisor, con todo el cuerpo inmóvil. El corazón le dio un vuelco y un escalofrío le recorrió la espalda. Allí, en la pantalla, había una noticia de última hora que se desplazaba por la parte inferior, pero fue la foto lo que realmente lo congeló.
La imagen mostraba a una mujer joven con el pelo oscuro y una sonrisa delicada: su rostro era inconfundible. El reconocimiento le asustó como una descarga eléctrica, una repentina e impactante toma de conciencia que le aceleró el pulso. La mujer de la foto no era otra que Lena, la misma persona a la que había recogido hacía apenas unas horas.
A medida que el telediario ofrecía actualizaciones y detalles sobre su desaparición, la mente de Jacob daba vueltas con incredulidad y temor. La gravedad de la situación empezó a calar hondo, dejándole aturdido y abrumado por el horrible giro de los acontecimientos.