Brenda suspiró. Su exigente trabajo le dejaba poco tiempo para estar con Stacey, y tal vez el creciente distanciamiento era simplemente una parte natural del deseo de independencia de su hija. Aun así, la idea la atormentaba. Antes estaban muy unidas. ¿Cuándo había empezado a cambiar todo?
El llanto de un bebé volvió a interrumpir sus pensamientos, esta vez más fuerte y claro. Brenda se quedó paralizada, agarrando el cuchillo con fuerza. Stacey ni siquiera estaba en la casa y no se estaba reproduciendo ningún vídeo. Se le aceleró el pulso al darse cuenta. Algo iba mal, muy mal.