Al verlos, Brenda se puso frenética. Su mente pedía respuestas a gritos y la adrenalina corría por sus venas. Sin pensarlo, saltó del coche y corrió hacia la casa, sus pasos resonando en la tranquila noche. Tenía que enfrentarse a esa persona, tenía que saber la verdad.
Brenda abrió la puerta de golpe, con el corazón retumbándole en el pecho. Stacey y la figura encapuchada se quedaron inmóviles, sus rostros reflejaban sorpresa y miedo a partes iguales. A Brenda le tembló la voz cuando preguntó: «¿Quién eres? ¿Y qué está pasando aquí?» La tensión en la habitación era palpable.