Aquella noche, Brenda no pudo conciliar el sueño. Cada vez que cerraba los ojos, su mente evocaba situaciones aterradoras. ¿Y si esa misteriosa figura controlaba a Stacey? ¿Y si el bebé estaba relacionado con algo ilegal o peligroso? Sabía que no podía quedarse de brazos cruzados. Tenía que actuar.
A la mañana siguiente, Brenda siguió su rutina habitual, actuando como si fuera a trabajar. Se despidió de Stacey con un beso y salió de casa, pero en lugar de conducir hasta el hospital, aparcó el coche a unas calles de distancia, colocándose donde pudiera ver la puerta principal.