«Dr. Lawson, es una emergencia», dijo Brenda con la voz entrecortada. Le dio su dirección y le rogó que la visitara. Colgó y se paseó por la habitación, mirando al bebé en brazos, que ahora parecía demasiado delicado para este mundo. Su pulso se aceleraba a medida que pasaban los minutos.
Stacey se sentó en silencio en la cama, con la cara hundida en la almohada. La abrazaba con fuerza y le temblaban los hombros. Brenda quería exigir respuestas, las necesitaba, pero se contuvo. La seguridad del bebé era lo primero. Si obligaba a Stacey a responder ahora, sólo conseguiría aumentar la tensión que flotaba en el ambiente.