El corazón de Brenda iba a mil por hora mientras miraba asustada la habitación de Stacey. Estaba segura de haber oído llorar a un niño hacía un momento. Cuando empezó a mover los cojines y peluches que había cerca de la ventana, descubrió algo que hizo que casi se le parara el corazón.
Encontró a un bebé de pocos meses acurrucado entre los peluches. La conmoción fue abrumadora y la mente de Brenda se llenó de pensamientos extraños y preguntas apremiantes.
¿Cómo podía haber ocurrido algo así delante de sus narices? Brenda se recuperó del shock inicial y se enfrentó a Stacey, con la esperanza de que hubiera una razón lógica para aquella locura. Pero la verdad que brotó de los labios de Stacey superaba todo lo que Brenda hubiera podido imaginar.