Pero más allá del mero simbolismo, el cumplimiento de estas normas tiene una finalidad práctica para los Hells Angels. Garantiza cierto grado de orden y disciplina dentro del club, mitigando la posibilidad de luchas y conflictos internos. También distingue a los Hells Angels de las simples bandas callejeras u organizaciones criminales, al situarlos como una entidad cohesionada y organizada con un conjunto de valores y principios bien definidos.
A los ojos de los forasteros, los Hells Angels pueden seguir evocando miedo y recelo, y su presencia es un recordatorio de la delgada línea que separa el orden del caos. Sin embargo, dentro del club existe un sentimiento de orgullo por su adhesión a estas normas, la creencia de que representan algo más que meros forajidos sobre dos ruedas. Y mientras sigan defendiendo estos principios, los Hells Angels seguirán siendo una presencia formidable en el mundo de los clubes de moteros, desafiando percepciones y expectativas con cada rugido de sus motores.