Una joven no para de hacer señales con la mano en un avión; cuando la azafata se da cuenta, alerta a las autoridades

Mientras Sandra vigilaba al hombre y a la mujer, su paciencia se agotaba. Estaba en alerta máxima, esperando el momento justo en que el hombre se levantara, tal vez para estirar las piernas o ir al baño. Ésa sería su oportunidad de intervenir y ver cómo estaba la mujer.

No pudo evitar fijarse en las manos de la mujer. Estaban ocupadas, moviéndose constantemente de una manera que parecía fuera de lugar. No se limitaba a juguetear con el dobladillo de la camisa o a dar golpecitos con los dedos sin rumbo; parecía casi como si intentara decirle algo. ¿Me está haciendo una señal? Se preguntó Sandra, sintiendo curiosidad.