La respuesta de la mujer fue de comprensión y empatía. «Gracias por su sinceridad», respondió con calidez. «Comprendemos con qué facilidad pueden surgir malentendidos, sobre todo en situaciones como ésta» Animado por la reacción de su tía, el chico ofreció una tímida sonrisa en dirección a Carole.
Carole se la devolvió, aliviada al ver que la tensión desaparecía de su rostro. Era un paso pequeño pero significativo hacia la recuperación de la confianza. Con un abrazo reconfortante, la tía calmó los nervios del chico, susurrándole palabras tranquilizadoras que aliviaron su tensión. En ese momento de tranquilidad, el aire se cargó de alivio y buena voluntad.