El oficial la miró fijamente y respondió: «Tendremos que hablar de eso fuera del avión, señora» Su tono no admitía discusión y transmitía una sensación de urgencia que no dejaba lugar a dudas.
Mientras tanto, el chico permanecía en silencio, mirando a los agentes con una mezcla de miedo y confusión. Un agente le tendió una mano tranquilizadora. Tras un momento de vacilación, la mano del niño encontró la del agente, buscando consuelo en la promesa de seguridad.