Al abrirse la puerta del avión, entró un trío de policías, cuya presencia alteró inmediatamente el ambiente. El leve murmullo de las conversaciones se apagó cuando los agentes entraron y sus pesadas botas golpearon suavemente el suelo. La cabina pareció contener la respiración mientras cada agente se movía con determinación, sus placas brillando en la tenue luz del avión.
El silencio se apoderó de los pasajeros mientras veían a los agentes recorrer el estrecho pasillo con práctica facilidad. El aire estaba cargado de expectación, todos los ojos fijos en la escena que se desarrollaba ante ellos. Susurros de especulación recorrieron la cabina, mezclándose con el bajo zumbido de los motores en el exterior.