Una ballena gigante no deja en paz a un submarinista – Entonces se da cuenta del aterrador motivo

Mientras Elena soportaba los incesantes empujones y tirones de la ballena, empezó a sentir el desgaste físico de la prueba.

Después de más de diez minutos de ser golpeada y arrastrada lejos de la seguridad del barco, notó que empezaban a formarse moratones en su cuerpo. Los afilados percebes que adornaban la piel de la ballena la raspaban con cada contacto, dejando dolorosas abrasiones a su paso.