La cabeza de la anaconda estaba muy lejos del extremo de la cola, así que las posibilidades de que pudiera morderles eran escasas. Especialmente con lo lenta que la serpiente se había movido antes. Pero aun así no querían correr riesgos, así que tomaron medidas de seguridad adicionales.
Los dos hombres se equiparon con algunos de los materiales más resistentes que pudieron encontrar, mientras que el primer valiente trabajador se unió a ellos para distraer a la serpiente si era necesario. Con el corazón saliéndoseles del pecho, los dos hombres agarraron la cola de la serpiente. Todos los demás trabajadores contuvieron la respiración, esperando que todo saliera según lo previsto… Algunos más se unieron para ayudar.