Pero no ocurrió nada… El peso de la decepción de Liam era palpable, casi tangible en la silenciosa habitación. Cada parte de él había palpitado de expectación, creyendo, esperando que su hermano se despertara por fin de su prolongado letargo. Pero el silencio, que se extendía como un vacío infinito, sugería que podría haber sido una cruel ilusión. Con un fuerte suspiro, Liam se hundió en la silla que había junto a la cama, con el corazón oprimido. Murmuró una disculpa a sus padres, con el arrepentimiento evidente en su voz por haberles dado falsas esperanzas sin querer. Pero entonces…
La mirada de Liam se fijó intensamente en el rostro de Oliver, notando un sutil movimiento de sus párpados. El delicado aleteo de sus pestañas insinuaba algún movimiento subyacente. Algo estaba a punto de ocurrir Afortunadamente, la enfermera aún no había salido de la habitación y también se percató del movimiento. Con urgencia en la voz, pidió ayuda y, en unos instantes, la habitación bullía con la presencia de enfermeras y médicos.