A la mañana siguiente, Sophie ya había enviado por correo electrónico sus escáneres y fotografías a dos de sus colegas: La Dra. Clara Reynolds, glacióloga de Ottawa, y el Dr. Victor Yates, paleobiólogo de Vancouver. Ambos respondieron casi de inmediato.
La respuesta de Clara estaba llena de jerga técnica sobre el propio hielo, lo que confirmaba la sospecha de Sophie de que era antiguo, probablemente de miles de años de antigüedad. Pero fue la respuesta de Víctor la que les llamó la atención.