Henry Calloway siempre había abrazado el tranquilo aislamiento de su cabaña en el bosque. Profesor jubilado y viudo, encontraba consuelo en la sencillez de su rutina diaria. Se levantaba antes del amanecer, encendía la estufa de leña y se preparaba una cafetera de café negro fuerte.
El crepitar del fuego y el tenue aroma a resina de pino eran pequeños consuelos en los duros inviernos de Pine Hollow. La cabaña, construida por su abuelo, estaba situada al borde de una vasta extensión de naturaleza salvaje, donde los imponentes pinos parecían extenderse sin fin hacia el horizonte.