Un granjero fue al bosque a por leña, pero encontró algo escalofriante encerrado en hielo.

Un escalofrío le recorrió la espalda, no por el frío, sino por la extraña energía que parecía emanar de la masa helada. Dio un paso atrás, sin apartar los ojos de la sombría figura. Parecía casi viva, suspendida en una perfecta quietud.

La escarcha y las imperfecciones del hielo jugaban con su mente, creando la ilusión de movimiento: un movimiento de la cabeza, una sacudida de una extremidad. Pero era imposible, ¿no? Tenía que serlo. Un millón de pensamientos pasaron por su mente mientras intentaba comprender lo que estaba viendo.