Cerró los ojos, respiró hondo y se estabilizó contra la creciente oleada de pánico. Tenía que haber una forma de hacerlo. Jeremy miró por la ventana, sintiendo el peso de la situación presionándole.
Sabía que necesitaba un enfoque diferente. Volvió a mirar al perro, estudiando su pelaje enmarañado y su cuerpo delgado. El perro parecía frágil y débil, temblando sin control en el frío brutal. Una idea parpadeó en su mente: tal vez podría atraer al perro con comida.