Los ojos del perro siguieron todos sus movimientos, pero esta vez no gruñó. En su lugar, se movió ligeramente, mostrando algo oculto bajo su vientre. El corazón de Jeremy palpitó con fuerza al oír unos sonidos débiles y extraños, unos ruidos suaves y apagados que le resultaban desconocidos e inquietantes.
El extraño sonido le produjo una oleada de terror. Lo primero que pensó Jeremy sobre el misterio de las criaturas ocultas fueron sonidos de gatitos. Jeremy dio un paso atrás, era alérgico a los gatos y tocarlos desencadenaría sus graves alergias.