Los ciervos son conocidos por ser muy territoriales y, si se lastimaba, ¿quién estaría allí para ayudarlo? Estaba solo, sin nadie que se ocupara de él si las cosas iban mal. La perspectiva de una mala caída o un ataque grave era más que dolorosa: podía ser catastrófica. Pero tampoco podía dejar que un animal muriera congelado en su patio trasero.
Se quedó mirando por la ventana, observando cómo empezaban a caer los primeros copos de nieve, ligeros al principio, pero con un ritmo constante y deliberado. La visión le encogió el corazón. Sabía que la tormenta no haría más que empeorar y que el cervatillo no tendría ninguna posibilidad de sobrevivir al frío.