Allan dio un paso atrás, con el corazón martilleándole, dándose cuenta de lo vulnerable que era en aquella situación. Dudó, su instinto de ayudar chocaba con el peligro evidente y presente. Se dio la vuelta y volvió a entrar, con la respiración agitada.
Cerró la puerta tras de sí y se apoyó en ella, con la mente acelerada. No podía dejar a la cría de ciervo a la intemperie con el frío que hacía, pero la amenaza de ser atacado por un ciervo salvaje se cernía sobre sus pensamientos.