Un hombre se encuentra con un ciervo congelado en medio de una ventisca

Al llegar a la consulta del veterinario, el corazón de Allan se animó cuando vio al ciervo despierto, con los ojos más brillantes que la noche anterior. En cuanto vio a Allan, trotó hacia él con paso débil pero decidido.

Allan se arrodilló y acarició suavemente la cabeza del ciervo, que se inclinó hacia él y emitió un suave gruñido. El cervatillo le lamió la mano, con una gratitud y un afecto palpables. Los ojos de Allan se empañaron al darse cuenta de cómo la valiente criatura había sufrido en silencio durante tanto tiempo.