Lenta y cautelosamente, se acercó, impulsado por el hambre. Agarró la primera zanahoria, la masticó con avidez y se detuvo para evaluar la situación. Poco a poco, la cría de ciervo siguió el rastro, con movimientos cuidadosos y deliberados.
Allan observaba con la respiración contenida, sintiendo una mezcla de alivio y tensión a medida que el cervatillo comía cada trozo de zanahoria. El animal parecía volverse más audaz con cada bocado, el atractivo de la comida superaba su cautela inicial.