El frío se filtró a través de sus guantes mientras pasaba la mano por la valla, evaluando la mejor manera de liberar al ciervo. Pensó en coger un par de podadoras del cobertizo, pero una nueva preocupación se apoderó de él. Si el ciervo seguía cerca, el peligro de un ataque era real e inmediato.
Allan se quedó inmóvil, escudriñando los bordes oscurecidos del patio. Los gamos eran impredecibles, especialmente en esta época del año. Un movimiento en falso podría provocar una carga agresiva, convirtiendo su intento de rescate en algo mucho más peligroso. El nudo en su pecho se apretó, la indecisión se deslizó con el viento helado.