Cuando el osezno recuperó sus fuerzas, Jeremy sintió el agridulce peso de la despedida. Su tiempo juntos había sido breve, pero había dejado un impacto duradero. Vio cómo el osezno se fortalecía, sabiendo que pronto volvería a una vida destinada a la naturaleza.
Por fin llegó el día en que el equipo del refugio se llevó al osezno a su nuevo hogar. Jeremy se arrodilló junto a él y le acarició suavemente el pelaje por última vez, sintiendo el peso del momento. El osezno le miró con ojos confiados y, mientras se lo llevaban, un dolor silencioso se instaló en su corazón: la despedida era más difícil de lo que había imaginado.