Decidido, Jeremy envolvió al osezno una vez más, con cuidado de proteger su frágil cuerpo del frío cortante. Lo llevó hasta su camioneta, sintiendo cada paso pesado mientras el viento aullaba a su alrededor y los copos de nieve le picaban en la cara.
Jeremy se apresuró a recoger a los cachorros y al osezno junto con la manta, cuyo frágil cuerpo aún temblaba. Jeremy se apresuró a salir, luchando contra el viento feroz mientras los colocaba en su coche, asegurándolos con cuidado en el asiento del copiloto.