Un hombre se encuentra con un animal congelado en medio de una tormenta de nieve: lea lo que ocurre a continuación

Hacía diez años que Helen se había marchado y, aunque él se había adaptado a la soledad, noches como aquella -en las que el viento aullaba y la casa parecía demasiado silenciosa- hacían que la soledad se le calara un poco más hondo en los huesos.

Sus días seguían un ritmo predecible, basado más en la costumbre que en la necesidad. Pasaba las mañanas leyendo el periódico en la mesa de la cocina, las tardes ocupadas en pequeñas tareas domésticas o cuidando el comedero de pájaros del patio trasero.