Mientras se arrastraba por la ventisca, el conejo se agitó ligeramente, moviéndose en el asiento. El corazón le dio un vuelco. Si se caía, el impacto podría hacerle más daño en su frágil estado. Quitó la mano derecha del volante durante un segundo para sujetar el bulto. Pero en ese instante, el camión chocó contra una placa de hielo.
El mundo se inclinó. Los neumáticos perdieron adherencia y el camión patinó violentamente hacia un lado, con la parte trasera derrapando a una velocidad aterradora. A Allan se le cayó el estómago cuando los faros vislumbraron un poste de alumbrado público que se alzaba cada vez más grande.