Un hombre se encuentra con un animal congelado en medio de una tormenta de nieve: lea lo que ocurre a continuación

Allan Rogers se movía con deliberado cuidado por su pequeño dormitorio, rellenando las almohadas de su cama pulcramente hecha. Fuera, la noche caía rápidamente y el pronóstico anunciaba una fuerte tormenta de nieve. Se sintió aliviado ante la idea de retirarse pronto, a salvo bajo unas mantas acogedoras. El calor le atraía.

Se volvió hacia la ventana y observó una forma vaga que crujía cerca de los rosales dormidos. Al principio supuso que se trataba de una ardilla en busca de sobras, pero algo en su quietud le inquietó. Con un leve encogimiento de hombros, decidió que probablemente no era nada y volvió a entrar. En silencio.

Justo cuando Allan se disponía a meterse en la cama, el agudo timbre de la puerta le sobresaltó. Inquieto por la tardía visita, se dirigió a abrir. Allí estaba la hija pequeña de su vecino, con las mejillas sonrojadas por el frío y los ojos llenos de preocupación mientras respiraba entrecortadamente y temblaba.