Siguió a un lobo al bosque. Lo que encontró le cambió la vida

Pronto, el bosque resonó de alegría cuando el lobo albino, ya libre, se acurrucó en el abrazo de su congénere. Sus juguetones retozos y el meneo de sus colas contrastaban dulcemente con la tensión anterior. Era una conmovedora celebración de la libertad, llena de pura felicidad.

Mientras Daniella observaba el reencuentro de los lobos, sintió una profunda alegría y alivio. El lobo le dio un suave codazo, un gesto lleno de gratitud y conexión. Este simple momento fue más que una caricia; fue un sincero agradecimiento que Daniella atesoraría para siempre.