Charlaban con ligereza, la conversación fluía con facilidad, pero la mente de Daniella divagaba, distraída por la serenidad que las rodeaba. Las hojas susurraban suavemente con la brisa y el olor terroso del musgo llenaba el aire.
De vez en cuando, hacían una pausa para fotografiarse mutuamente, y sus risas resonaban suavemente en la quietud. Suzy, siempre llena de energía, parecía sentirse a gusto en el bosque. Daniella, aunque era nueva en este tipo de aventuras, sintió que empezaba a invadirla una pizca de calma.