Daniel se ajustó las correas de la mochila e inhaló el fresco aroma de la tierra húmeda y los pinos. Evergreen Trail se había convertido en su santuario, un lugar donde despejar la mente. Su trabajo como profesor le agotaba y su reciente ruptura le dejaba inquieto.
El ritmo familiar de sus botas sobre la tierra compactada le resultaba reconfortante. La luz del sol se filtraba a través de las copas de los árboles, dibujando patrones cambiantes en el suelo del bosque. Los pájaros cantaban a lo lejos y una suave brisa traía el aroma de las hojas húmedas. Esto era lo que necesitaba: aire fresco, soledad y el pulso constante de la naturaleza a su alrededor.