El alce se acerca a una mujer y ella decide seguirle

El alce avanzó unos pasos, se detuvo y giró la cabeza para volver a mirarla. Parecía casi deliberado, como si el alce la invitara a seguirle. Con cada pausa, esperaba pacientemente, con la mirada fija y expectante, como si tuviera en mente algún propósito o camino tácito que esperaba que ella compartiera.

El ritmo de sus movimientos -avanzando y deteniéndose para mirar atrás- parecía una invitación silenciosa. Cada vez que el alce se detenía, su mirada parecía extenderse, tejiendo un hilo tácito de conexión entre ellos, acercando a Avery con cada sutil pausa.